Motoralmaisangre

“Son tan distintos del sonido del sonido y el viento y sien embargo en algo se parecen, ni el mejor ojo los puede ver pero están porque se sienten…”

 Leer en un diario 50.000, 60.000 personas puede pasar inadvertido pero verlas realmente es impactante, sobre todo por la energía que se siente. Al igual que ver un partido por tele no es lo mismo que estar en la chancha lo mismo pasa en los recitales, se siente ese “nose que” en el aire.

            La otra vez hablando con un amigo, llegamos a la conclusión de que lo que hace que un recital sea “bueno”, que una banda pase a ser un mito, que tenga ese halo de miscticismo es su su publico, su GENTE y no su música. Me refiero a todo el entorno del recital, lo que Los piojos muy acertadamente llamaron “el ritual”.

 Ayer lo comprobé en el recital que dio La Renga en el autodromo Moura de La Plata. Hasta el ingles mas frió y corazón de piedra que exista puede terminar cantando a todo pulmón “vamos la renga con huevo vaya al frente..” después de estar 10 minutos ahí. Si bien su música no merece ningún tipo de subestimación, lo que pasa abajo del escenario es lo que hace el recital.

El camino por la ruta para llegar ya ofrece el show que las banda soporte nunca podrán dar. Ya en la combi se siente un aire de comunión entre los pasajeros. Los totales desconocidos no dudan a la hora de ponerse a charlar y ofrecer lo que tengan a mano; papas fritas, fernet, gaseosa, faso, biscochitos, cerveza, etc sin ningún tipo de condición. Al costado de la ruta grupos de gente cantado, envueltos en banderas, tomando, fumando, meando al la sombra de cualquier árbol y lo mas importante con la sensación de pertenecer a algo, de estar todos “en la misma”, por lo menos durante unas horas.

 Nada parece elegido al azar en este relato y el lugar elegido para el show aporta toque de magia y aventura,(el autodromo queda a cerca de “El medio de la Nada City”) para llegar hay que caminar 3kms por la ruta rodeada de campo y ... más campo.

La variedad que existe entre el publico es un condimento fundamental. Todas las ondas, las edades y las clases sociales conviven sin ningún problema. Si uno lo piensa desde la frialdad pareciera que cualquier malentendido o empujón, con la cantidad de gente que hay puede llevar a una catástrofe pero los inconvenientes no pasan mas que un par de puteadas. Es como si todos colaboraran para que sea una fiesta.

Ya adentro del autodromo el recital se demoro un poco, empezando a las 22hs. La banda estuvo impecable en cuanto a sonido, y mantuvo una regularidad a lo largo de todo el recital, como siempre. El hincapié estuvo en el disco nuevo (“Algún Rayo”), pero no falto lugar para los clásicos y los temas viejos.

 Creo que otra cosa que influye en el cariño del público hacia los músicos es la cercanía que transmiten. Ya sea un su forma de hablar o de tocar, “Chizzo podría ser cualquiera de los que esta aca abajo saltando y cantando”.

 Finalmente se despidieron con su clásico por excelencia (“Hablando de la libertad”) y todos salimos con una sensación de plenitud en el pecho, con el sentimiento de que todo estuvo en su lugar, que fue perfectamente como tenia que ser.

Caminar 3 kilómetros de vuelta hasta la combi y llegar a las 3 y media de la mañana a casa, no fue una molestia ni nada parecido. Más bien fue el moño para cerrar la noche...

N.