Yendo en
batimovil por el bajo, me doy cuenta que no tengo un batimovil y me quedo a
pie. Camino varios metros y empiezo a cortar matorrales con un machete para
terminar desembocando en un canal con pinta veneciana. del lado de enfrente de
la calle (o del canal), veo una fábrica con varias chimeneas largando humo
violeta, y un cartel en el frente que reza: “SAVENA
& CO.”. A los costados, en tarimas de madera, bailan elefantes vestidos
de marcha junto a prominentes modelos indias. Entorno los ojos y murmuro para mis adentros — “mm, sospechosamente extraño… mi
apellido se escribe con b larga.”— Decido que seguramente será un error de
los que hicieron el cartel y me subo a mi góndola para cruzar el canal, con
tanta mala suerte que me detiene un policía —tiene una luz rota amigo— dice el
Cobani veneciano. Efectivamente compruebo que tengo una luz rota, y con mas
terror todavía, compruebo que me olvidé los documentos de la góndola en casa.
Trato de sobornar al policía con billetes del monópoly que llevo en mi
billetera y el hombre se enoja y me dice que podría ir preso por hacer eso.
Finalmente me confisca mi bote y voy nadando hacia la orilla, ya buscaré mi
vehículo por paseo Tablado mas tarde.
Entro a la fábrica y veo horrorizado un
cuadro de lo mas espantoso; por bandas transportadoras, se van moviendo
morcillas mientras máquinas de alta tecnología las comprueban con perfección
milimétrica. Las que no pasan el test son eliminadas, mientras que las que son
aprobadas, son enviadas a una cinta en donde una última máquina les escribe “Picasso” y luego, con un gesto cliché
extremadamente italiano, junta sus robóticos “pulgar, índice y dedo corazón”
para besarlos efusivamente al mismo tiempo que con un tirón los aleja de su
boca de máquina que fue construida especialmente para eso. Yo me cuestiono si
debería unirme al “activismo en defensa de los encurtidos” (ADE), pero luego
recuerdo que soy el dueño de la fábrica y que no será conveniente para las
ventas. Sigo mi recorrido y entro en un cuarto donde unos oompa loompa parecen
estar practicando satanismo, pero después me doy cuenta que en realidad es el
proceso de ensamblado morcillístico. Decido que no hay nada en el mundo con
apariencia mas diabólica que el proceso de fabricación de las morcillas (si
todavía no me creen, les dejo un lindo video que ilustra a la perfección el
nacimiento de una morcilla).
Les aconsejo que lo
vean nuevamente porque es increíble; si llegasen a entrar los de CSI justo en
ese momento, esa señora tendría muchos problemas para explicar por que está
rellenando lo que parece ser un preservativo con tripas y sangre mientras
escucha a Cristian Castro en guaraní.
Como les decía; estos
pseudo oompa loompas se me quedan mirando y uno amaga a decir “nos ha salvado
estamos agradecidos” pero antes de que lo haga le pateo la cara y le tapo la
boca con cinta de embalar. Mientras lo pongo boca abajo, junto todas sus manos
y piernas en un manojo y las ato con una soga, los demás hacen una ronda
alrededor nuestro y sacuden billetes y gritan entusiasmados. De repente, veo
que de debajo de una mesa sobresale la punta de un papel. Me acerco, lo agarro
y puedo ver que tengo en mis manos una tarjeta que dice “Avance hasta la
salida”. No había terminado mis asuntos en la fábrica, pero ¿Quién soy yo para
contradecir a una tarjeta extraña?, salgo al trote tropezándome con salchichas
y chorizos desparramados por el suelo. Luego de veinte minutos llego a la
salida de la ciudad, en donde mágicamente aparecen 200 monópolys en mi
bolsillo, me quejo pero una voz en el aire me dice “el que depositó dólares
recibirá monópolys”, así que me resigno y planeo comprar algún hotel. Me dirijo
hacia paseo Tablado, pero antes de llegar, ya gasté la mayoría del dinero
comprando barrios que me cruzo por ahí. Compro Paternal, Quilmes y Berazategui, y me sorprendo por la pujanza del país en
donde cualquier ciudadano puede ser dueño de un barrio por $100. Camino un poco
mas y veo pasar un sombrero que se arrastra penosamente y lo sigue un dedal que
le pisa las solapas. Con gran empeño llego hasta “Avenida Pacífico” en donde
decido quedarme en un hotel de lujo aunque en realidad no quería y tenga que
hipotecar tres propiedades para costear mi estadía. Entro a mi habitación y
sorprendentemente me recibe Scarlett Johansson que provocativa me llama a la
cama. Me acerco rápidamente, pero antes de llegar, ella empieza a tener
pequeñas arcadas y de su cuerpo empiezan a salir plumas; esto es suficiente
para que yo me detenga. Ahí mismo donde me encuentro parado, saco un crucifijo
y se lo muestro tras el grito “SAL DEMONIO”. Scarlett Johansson sigue teniendo
arcadas que se convierten en cacareos cada vez mas fuertes. Todo se empieza a
desvanecer. Ya borrosamente puedo ver como le sale un pico y aletea torpe y tristemente
mientras plumas amarillas vuelan por todos lados.
***
Me arrastro hacia el
borde de la cama, agarro el celular con su horrible despertador de gallo y
amago a tirarlo por la ventana, pero lo pienso mejor y decido simplemente
apagar la alarma. Siento un dolor punzante en el muslo y de entre las sábanas
agarro una pequeña carretilla de metal que anteriormente se encontraba clavada
en mi cuádriceps.
Me quedo meditando un rato y llego a la
conclusión de que no soñé nada esa noche, ¿que se le va a hacer?. Si después de
todo, yo nunca sueño.
Juan Sabena.
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