domingo, 4 de noviembre de 2012

Almohadón de azúcar (II).


 Para los que estuvieron ausentes, en capítulos anteriores de "Almohadón de azucar" Almohadón de azucar (I)


***
En la entrega de hoy, van a apreciar uno de mis primeros pensamientos filosóficos, que como es de esperar de un púber, hace agua por todos lados.


El por que una naranja es igual a un elefante.

¿Quién pone límites?, ¿quién dice que una naranja va a crecer hasta ser un objeto redondo de aproximadamente 7 cm de diámetro, y no va a seguir creciendo o desformándose y ser, por ejemplo un elefante?, entonces ¿que diferencia a una naranja de un elefante?... el sabor, probablemente, siendo el cítrico ácido y el elefántido amargo y seguramente peludo. Pero supongamos por un momento que somos una persona carente de lengua, no podríamos diferenciar a la fruta del animal a menos que la veamos o tengamos contacto con ella. Entonces vamos a suponer también que somos ciegos y que no tenemos tacto; en este punto, señores, en este punto es en el que puedo demostrar que una naranja es igual a un elefante. Cuando seguimos existiendo en un mundo donde lo material pierde forma para la propia percepción, es en donde nadie puede asegurarnos que una naranja es diferente a un elefante, un elefante es diferente a un kiwi, o un kiwi es diferente a una plancha. ¿quién dice que lo que vemos no es solo una ilusión, y es en este estado [sin gusto, ni vista ni tacto] en el que realmente estamos en presencia de la verdad?.

Juan Sabena.

2 comentarios: