lunes, 19 de marzo de 2012

No tengo cerebro.




Pocas cosas impresionan mas que el momento en que uno se percata de que le falta el cerebro, se los puedo asegurar. Uno está muy tranquilo viviendo su vida, y un sorpresivo alivio craneal le llama la atención. Lo primero que a uno se le “viene a la mente” es que se lo imaginó, pero luego de algunos golpes en la cabeza y de oírla mas hueca que un coco usado, uno llega a la primera y segura conclusión de que efectivamente, su cerebro ha desaparecido.

Luego de eso uno llega a una segunda conclusión, que es: “el ser humano no pensaba tanto con el cerebro como se creía”, por no decir “el ser humano no pensaba nada con el cerebro como se creía”

Todo esto lo pienso mientras pienso con que estoy pensando lo que estoy pensando, es difícil que sea con alguno de los órganos que ya conocemos, mas posiblemente sea algún enlace químico en los aparatos de golgi de las células, o algo por el estilo, con lo que llego a mi tercera conclusión: “Hay una conspiración de los médicos para hacernos creer que el cerebro  sirve para algo”, posiblemente sea por que si el mundo descubriera que el polémico órgano no sirve para nada, querrían extirpárselo inmediatamente, causando así una demanda masiva de cirugías cerebrales que a los médicos les costaría trabajo abastecer.

Llego a mi cuarta conclusión:  “el cerebro es igual de inútil que el apéndice, Dios es imperfecto”

Meditabundo, me decido, me acerco al televisor y lo apago, y satisfactoriamente siento que mi cabeza vuelve a pesar cada vez mas, hasta alcanzar el peso que tenía antes. 1400 gramos de carne, 1400 gramos de neuronas, 1400 gramos de materia gris, 1400 gramos de sinapsis… 1400 gramos de cerebro, totalmente al pedo.


Juan Sabena.

No hay comentarios:

Publicar un comentario