domingo, 2 de febrero de 2014

Ángel



A veces me pregunto si los ángeles se saben ángeles. Quizá son ciertos mortales los que llevan intrínseca en su ser la definición de “ángel”. Mi novia es un ángel (aunque no lo sabe) yo juro que se lo digo y se lo repito pero parece no verlo. Una vez conocí a un Argentino nacido en España; el no se sabía Argentino, se sentía europeo hecho y derecho y hasta aborrecía a la gente como yo, los de América del sur, que vendríamos a ser una versión económica de la verdadera América que es Estados Unidos, como sea, eso siempre me mareó un poco. Es claro que un ángel (tanto como un Argentino nacido en España) puede fallar en apreciar su ser.



Hay gente que sabe lo que hace y gente que hace lo que sabe; hay gente que no sabe que hacer y gente que directamente no sabe nada; y por encima de todo eso, están los que hacen lo que quieren. Me gusta pensar que soy alguien que hago lo que se; no me gusta pensar (pero igual lo hago), que no se demasiado. Se algunas cosas, como que Satie y la lluvia me hacen bien, se que la vida sin amor no es vida, y se que mi novia es un ángel.



Pero sobre todo, están las personas que hacen lo que quieren, las personas con brillo propio; las personas que hacen brillar a otras, que por proximidad (como el sol con la luna) prestan un poco de su luz; ¿¡que digo prestan!?, gente con luz de sobra, gente que todo lo que tocan lo convierten en luz, gente que estando con ellas, te hacen parecer luminoso. Estas personas son los ángeles sobre la tierra.



Mi novia no lo sabe, pero es un ángel.